Desde pequeña, noté que le costaba un poco jugar cuando ya había un grupo formado por varias niñas. En el transcurso de los años del nido, hizo amiguitos en general, y cuando se complementaba con uno le quería "agarrar camote" y jugar. jugar. jugar... Hasta ahí todo bien, pero qué sucede cuando casi nunca habla de los "amiguitos", o no recuerda el nombre del resto, salvo de 3 o 4 habiendo pasado más de medio año escolar.
Quizás fue mi culpa, que desde niña siempre dejé que ella trate de integrarse como pudiera con los grupos de niñas con el que se encontraba en alguna reunión, parque, juegos, etc. Quizás debí guiarla un poco más. Y es ahora que me siento egoísta, porque al pensar que yo nunca tuve problemas para hablar con otros niños, formar grupos o dirigir, creí tontamente que ella sería igual.
Pero hoy llegué a un límite en el que me quebré. Sí, ya no pude más ver y escucharla llorar mientras me contaba lo mal que se sentía al no encontrar con quién jugar en su propia aula.
Pueden pensar que exagero. que se supone que la mamá siempre tiene que ser la fuerte, en la que el niño se apoye, y por supuesto que es así, pero también nos afecta tanto como a ellos. Si ves que tiene una imaginación inmensa para inventar juegos y crear historias, la ayudas a preparar algo (puede ser juego, juguete o dinámica), pintamos, dibujamos y entusiasmada decide llevarlo al nido; sin embargo nadie quiere jugar a eso y termina tirado y doblado en el fondo de la mochila. Porque de la frustración, cree que tal vez no era un buen juego. que era aburrido y por eso nadie quiso jugar con ella. No se ustedes, pero a mi eso me destrozó el corazón. Verla llorando por algo así, me hizo recordar la fragilidad que tienen los niños por las cosas, que no podemos decirle solo "tranquilo", "no llores" o en el peor de los casos "es algo tonto, cálmate". No debemos minimizar su tristeza, soledad o sentimientos. Explicarles que hay juegos que otros no entienden en un principio, que si no quieren jugar con el/ella, no significa que esté mal o sea "raro". Lo mejor es orientarlos a entender que lo que sienten es normal y que está bien sentirse así, siempre y cuando junto a nosotros puedan encontrar una solución y superarlo. Poco a poco lo harán solos, y es ahí cuando alcancen la madurez.
Pero mientras me necesite mi niña, puedo jurar que siempre estaré ahí. Y que, así como mamá demuestra ser fuerte en situaciones donde ella no puede serlo (porque también lo he sido para darle seguridad), también encontrará en mí, la persona incondicional con la que si hay que llorar se llora, y si hay que reír se ríe...
Quizás fue mi culpa, que desde niña siempre dejé que ella trate de integrarse como pudiera con los grupos de niñas con el que se encontraba en alguna reunión, parque, juegos, etc. Quizás debí guiarla un poco más. Y es ahora que me siento egoísta, porque al pensar que yo nunca tuve problemas para hablar con otros niños, formar grupos o dirigir, creí tontamente que ella sería igual.
Pero hoy llegué a un límite en el que me quebré. Sí, ya no pude más ver y escucharla llorar mientras me contaba lo mal que se sentía al no encontrar con quién jugar en su propia aula.
Pueden pensar que exagero. que se supone que la mamá siempre tiene que ser la fuerte, en la que el niño se apoye, y por supuesto que es así, pero también nos afecta tanto como a ellos. Si ves que tiene una imaginación inmensa para inventar juegos y crear historias, la ayudas a preparar algo (puede ser juego, juguete o dinámica), pintamos, dibujamos y entusiasmada decide llevarlo al nido; sin embargo nadie quiere jugar a eso y termina tirado y doblado en el fondo de la mochila. Porque de la frustración, cree que tal vez no era un buen juego. que era aburrido y por eso nadie quiso jugar con ella. No se ustedes, pero a mi eso me destrozó el corazón. Verla llorando por algo así, me hizo recordar la fragilidad que tienen los niños por las cosas, que no podemos decirle solo "tranquilo", "no llores" o en el peor de los casos "es algo tonto, cálmate". No debemos minimizar su tristeza, soledad o sentimientos. Explicarles que hay juegos que otros no entienden en un principio, que si no quieren jugar con el/ella, no significa que esté mal o sea "raro". Lo mejor es orientarlos a entender que lo que sienten es normal y que está bien sentirse así, siempre y cuando junto a nosotros puedan encontrar una solución y superarlo. Poco a poco lo harán solos, y es ahí cuando alcancen la madurez.
Pero mientras me necesite mi niña, puedo jurar que siempre estaré ahí. Y que, así como mamá demuestra ser fuerte en situaciones donde ella no puede serlo (porque también lo he sido para darle seguridad), también encontrará en mí, la persona incondicional con la que si hay que llorar se llora, y si hay que reír se ríe...